Sexismo Ambivalente
Nuevos modelos de sexismo
Hoy en día se comprueba que los valores de sexismo se han reorientado hacia nuevas formas más encubiertas y sutiles de expresión, las cuales pasan más inadvertidas, aunque sigan caracterizándose por un tratamiento desigual y perjudicial hacia las mujeres. La formación de esta nueva cara del sexismo ha discurrido de forma paralela a la evolución de las actitudes racistas etiquetadas como racismo simbólico (Sears, 1988), racismo aversivo (Gaertner y Dovidio, 1986), racismo ambivalente (Katz, Wackenhut y Hass, 1986) racismo moderno (McConahay, 1986; Pettigrew, 1989) o prejuicio sutil (Rueda y Navas, 1996). De hecho entre las aportaciones más destacables en relación al nuevo sexismo se encuentra la de Swin et al. (1995) quienes lo definen como sexismo moderno (modern sexism) y fundamentan en los mismos pilares propuestos por Sears (1988) para conceptualizar el racismo moderno, adaptados a las relaciones entre sexos:
• Negación de la discriminación.
• Antagonismo ante las demandas que hacen las mujeres.
• Resentimiento acerca de las políticas de apoyo que consiguen.
Paralelamente a esta conceptualización Tougas et al. (1995) introducen el concepto de Neosexismo que lo definen como la manifestación de un conflicto entre los valores igualitarios junto a sentimientos negativos residuales hacia las mujeres. Este sexismo aunque está en contra de la discriminación abierta contra las mujeres, considera que éstas ya han alcanzado la igualdad y que no necesitan ninguna medida política de protección impidiendo con ello la igualdad real.
Pero será la teoría del sexismo ambivalente de Glick y Fiske (1996) la primera que reconozca la necesidad de ubicar en la comprensión del nuevo sexismo la dimensión relacional. Sexismo que se operativiza con la presencia de dos elementos con cargas afectivas antagónicas: positivas y negativas (Glick y Fiske, 1996; 2000; 2001).
La presencia de estas actitudes sexistas más sutiles y encubiertas que conforman el sexismo moderno, y especialmente dan forma al sexismo ambivalente (en el que se combinan actitudes hostiles y benevolentes), es necesario reconocer el efecto pernicioso que ejerce este nuevo sexismo en la consumación de la igualdad entre los sexos. Ya que el sexismo benevolente, que enmascara su verdadera esencia sexista detrás de su tono afectivo positivo, es sin duda más pernicioso para los objetivos de igualdad entre los sexos al quedar su esencia sexista desdibujada bajo su tono afectivo positivo. Ya que hay que recordar que el sexismo benevolente sigue siendo sexista ya que relega a la mujer a “otro” lugar al ser limitada a ciertos roles que se incluyen en los estereotipos de feminidad (“nurture”) que se vinculan a su capacidad reproductiva y maternal.
Factores presentes en la Violencia de Pareja
El Machismo y los Micromachismos
Teoría de la Dominancia Social
Modelo de Poder basado en el Género